Océano – Joyas

Dime cuántas veces te has parado frente al mar para ver el horizonte, para sentir la brisa o para dejar que el agua moje tus pies.
Tiene algo que hipnotiza, podría ser el sonido de las olas cuando rompen contra la orilla o también, la simpleza de sus líneas en los días soleados de verano, cuando está en calma. Tiene algo que estremece, quizás la bravura de su carácter en los días de tormenta, cuando las olas parecen descolgar las nubes del cielo y hacen que se desplomen contra la tierra.
Sea lo que sea, te atrapa.
Algunos lo preferimos en invierno, cuando su genio hace que quedemos mirando fijamente ese desdibujado horizonte plomizo. Otros en cambio, prefieren disfrutar de sus abarrotadas aguas en verano, cuando el calor te enseña que es el mejor sitio donde amortiguar las embestidas del sol. Pero es de todos la responsabilidad de cuidarlo y respetarlo como merece.
Te guste más una estación que otra, siempre te apetecerá volver a observarlo, a correr por su orilla o a disfrutar de un baño en él.